A DIESTRA... No lo andaban presumiendo todavía cuando el chisme ya corría de boca en boca en los pasillos: que Bonilla cerró diciembre sentado en la silla alta de las encuestas como el alcalde mejor evaluado del país, con números que no cualquiera presume sin sonrojarse, y que entre trabajo, resultados y cercanía con la gente se les fue por arriba a todos, así que mientras unos afinan discursos para verse eficientes, él apareció con la tarea hecha y el municipio colocado en el top de servicios públicos, lo que en lenguaje de grilla se traduce en sonrisas anchas, palmadas discretas y uno que otro suspiro incómodo entre los competidores, porque en política una cosa es querer parecer y otra muy distinta que los números te sostengan el cuento… y esta vez, quieran o no, los números hablaron solos.

Y SINIESTRA... Ahora sí que Loera sacó la escoba y se puso a barrer en pleno patio morenista, porque tras la detención de César Duarte no solo aplaudió la caída sino que soltó, sin sonrojarse, que los duartistas se metieron a su movimiento sin vergüenza alguna y que ya va siendo hora de sacudir el tapete para que salga toda la pelusa incómoda que anda escondida entre cargos, partidos y discursos perfumes, dejando claro que la captura del exgobernador no debe quedarse como trofeo de pared sino como pretexto para pasar lista, cobrar facturas y depurar conciencias, aunque en el pasillo político el comentario fue otro: que eso de pedir filtros más estrictos suena muy bonito cuando se dice desde el micrófono, pero se pone complicado cuando la barredora se acerca a los propios, así que mientras Loera predica ética con megáfono, más de uno dentro de Morena empezó a acomodarse el saco, no vaya siendo que la próxima sacudida traiga nombre y apellido.

AL CENTRO... No era broma cuando en los corrillos decían que Duarte se había llevado hasta lo que no tenía ruedas, porque ahora que la FGR le volvió a echar el guante por lavado de dinero, salió a relucir la joyita más surrealista del inventario: nada menos que el sillón donde se sentó el papa Francisco en Juárez, escondido como trono personal en el rancho El Saucito, como si la ambición no tuviera ni límite ni pudor, y aunque el exgobernador ya carga con su historial de detenciones, extradiciones y escándalos de exportación internacional, este episodio volvió a encender el chisme fino de sobremesa: que si el gusto por lo sagrado, que si la soberbia a niveles litúrgicos, que si el museo personal de excesos seguía dando sorpresas, total que mientras los expedientes siguen apilándose y las acusaciones se reciclan como temporada de serie policiaca, el famoso sillón terminó siendo el símbolo perfecto de una era donde el poder no solo se sentaba cómodo, sino que parecía convencido de ser intocable… hasta que la realidad regresó a tocarle la puerta.

A DIESTRA I... Cuando ya se saboreaban el plato fuerte en el Senado, resulta que alguien pidió “tantito receso” y el menú de los jueces sin rostro se mandó hasta febrero, porque fue el propio Javier Corral quien levantó la mano para decir que mejor no corran, que hay que afinarle, que las reglas, que los derechos humanos y que no vaya a salir un Frankenstein jurídico, así que los del PAN y el PRI aplaudieron el freno como quien agradece que bajen la música antes de que se rompa la bocina, mientras en los pasillos se comenta que esto no fue prudencia sino puro cálculo fino, porque el tema venía más caliente que café hervido y nadie quería quemarse ahorita; total, que la justicia sin rostro se quedó sin escenario por unos meses más, entre la sospecha de que unos no querían cargar con el costo y otros prefirieron acomodar bien las piezas antes de moverlas… porque en este juego, el que se adelanta sin estrategia, acaba pagando doble.

Y SINIESTRA I... Desde temprano el Congreso amaneció oliendo a café cargado y a sudor frío porque hoy arrancaron las comparecencias de los secretarios como quien pasa lista en salón bravo, con Granillo de Hacienda entrando primero al ruedo, seguido por Baeza en Salud, Loera en Desarrollo Humano y cerrando Loya en Seguridad, todos con reloj en mano, discursos planchados y cara de “yo no fui”, mientras en los pasillos ya corrían las apuestas de quién iba a salir mejor librado, a quién le iban a apretar las tuercas y quién iba a terminar pidiendo auxilio a su PowerPoint, porque estas jornadas no son de lucimiento sino de resistencia: ahí se desgranan números, promesas, carencias y uno que otro alacrán escondido bajo la piedra, así que más de uno llegó sonriente por fuera pero mascando nervios por dentro, sabiendo que en política no hay interrogatorio inocente… y que del estrado se baja con medalla o con moretón.