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Armando Garay
El renacer del PAN.
Seamos honestos: el PAN necesitaba un relanzamiento hace rato. Después de las catastróficas elecciones de 2024, donde Morena arrasó con todo lo arrasable y la oposición quedó hecha pedazos, cualquier esfuerzo estrategico de nuestro partido debería verse con buenos ojos. Y no porque uno sea panista de hueso colorado o tenga nostalgia de los tiempos de Fox, sino porque una democracia funcional necesita oposiciones fuertes, propositivas y que efectivamente representen alternativas viables de gobierno.
El relanzamiento del PAN que se ha venido cocinando con su congreso nacional, la renovación de liderazgos y el discurso de "volver a los orígenes" tiene varios elementos que, la verdad, son prometedores. Primero, el mero hecho de que estén dispuestos a reconocer que algo salió terriblemente mal ya es un avance. Por años, el panismo institucional parecía incapaz de hacer autocrítica real. Todo era culpa de "la guerra sucia de Morena" o del "populismo que compra votos". Nunca era: "oigan, tal vez nosotros la regamos también". Ver que ahora hay figuras dentro del partido dispuestas a aceptar que se desconectaron de la gente, que se burocratizaron y que en muchos lugares se volvieron indistinguibles del PRI es, al menos, un punto de partida honesto.
Segundo, la apuesta por refrescar el liderazgo es inteligente, aunque arriesgada. El PAN tiene una camada de políticos jóvenes y con ideas que no cargan con el lastre de los escándalos de corrupción de administraciones pasadas. Gente que entiende que el México de 2025 no es el México del año 2000, que las preocupaciones de la clase media han cambiado, y que necesitan hablarle a una generación que no vivió la alternancia como algo épico sino como algo que, francamente, los decepcionó. Si logramos darle espacio real a estos cuadros, gente sin el desgaste cargado por los cuadros de siempre, podría haber algo bueno ahí.
Tercero, hay una oportunidad histórica que sería absurdo desperdiciar. Morena está en su momento de máximo poder, sí, pero precisamente por eso es cuando suelen aparecer las grietas. El audio de Adán Augusto y Andrea Chávez es apenas un ejemplo de las tensiones internas que inevitablemente surgirán. Cuando un partido controla tanto, las peleas por el poder se intensifican. El PAN, si logra construirse como una oposición seria, no como simple antilopezobradorismo reactivo, puede capitalizar el desgaste natural del oficialismo. Pero ojo: esto solo funciona si pasamos a los hechos y acciones en el relanzamiento.
Y aquí está la parte favorable que muchos no quieren ver: el PAN tiene algo que Morena no tiene, al menos no orgánicamente. Tiene una base ideológica clara, una tradición doctrinaria que viene desde Manuel Gómez Morín y el humanismo político. Sí, se nos olvidó por años y en ocasiones hemos sido ambiguos o timoratos en cuanto a nuestra doctrina, pero está ahí. Pueden reconstruirse desde esos principios: la subsidiariedad, la democracia cristiana adaptada al siglo XXI, el énfasis en las libertades individuales y la economía de mercado con rostro humano. Ahora enfundando junto al humanismo politico, enalteciendo los conceptos patria, familia y libertad. Eso es más de lo que pueden decir muchos otros partidos que son puro pragmatismo electorero.
En Chihuahua, particularmente, el relanzamiento del PAN podría tener un impacto significativo. El estado tiene una tradición panista fuerte, una cultura política distinta al centro del país, y una ciudadanía que no se traga cualquier cuento. Si en el PAN logramos reconectar con esas bases locales, ofreciendo candidatos frescos y propuestas concretas, no solo "no somos Morena", tenemos posibilidades reales de mantenernos competititvos y regresar la esperanza de un México posible, lejos del autoritarismo. Al tiempo.
jueves, 23 de octubre de 2025
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